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martes, 11 de enero de 2011

¿Sabe dónde están sus hijos?



Hace algunas décadas, en las radiodifusoras más escuchadas de la ciudad de Chihuahua,  al anochecer, decían en cada corte comercial: ¡Son las 8, las 10, las... de la noche...! ¿Sabe dónde están sus hijos?

Las madres expresaban:  "Antes del ¿Sabe donde están sus hijos? ¡Aquí te quiero!" Se tomaba a broma, hijos y padres se reían. Pero, escuchar a cada rato la pregunta, hacía que los hijos, pensaran en si era correcto, hacer lo que hacían, estar donde estaban y también si debían seguir fuera de casa a esa hora.

Llegar después de la hora convenida, era exponerse a encontrar la puerta cerrada, tal vez para siempre. Los padres no daban llaves a los hijos, ni coche, ni  dinero de sobra. Los jóvenes, temían no ser recibidos más,  pues el valor de su familia, en ninguna otra parte podrían encontrarla. Se disciplinaban, por su gusto o por convencimiento firme de los padres, que si sabían sustentar su autoridad.

No existían los celulares, ni blackberry, ni internet. Era muy fácil supervisar amistades. Los amigos eran reales, conocidos, localizables, constatables. Ahora, con todas las ventajas de comunicación, las reglas pueden establecerse igual, sin que ese sea el pretexto "detonador de la indisciplina." Pues las herramientas son para mejorar, no para empeorar y hay que aprender a usarlas, adaptándolas a nuestro sistema de convivencia familiar.

Sin necesidad de estar interviniendo sus llamadas, proezas de espionaje, ni de grandes enfrentamientos; con una educación esmerada, firme, amorosa, en la primera infancia, los chicos aprenden a  escoger lo conveniente, y a hablarles a los padres con la verdad.

Los padres deben conocer a todas sus amistades e impedirles salir a citas con amigos imaginarios de la red. Lograr que sus hijos muestren a sus amigos, que visiten la casa, conocerles, autorizarlos a  relacionarse con personas adecuadas.

El deber de ser padres no ha cambiado. No sé por qué se han dejado avasallar por las herramientas de la modernidad. Que muchos padres no manejan con la misma destreza que sus hijos esa tecnología, no significa soltar las riendas de su educación y del sentido común, puesto que los principios son eternos.

Hay que establecer reglas y vigilar su cumplimiento. Las reglas impuestas, deben ser respetadas por todos, incluyendo a quien las promulga... Demasiado simple.

Dicen ciertos padres... ¡No me hacen caso! ¿Cómo es eso? Algo no hicieron bien, para que sus hijos no les respeten.

Solo se llega a ese resultado por tres vías:  1) Mal ejemplo, 2) Falta de congruencia, 3) Demasiada permisividad. Por amor hay que corregir a los hijos.

Son las 10 de la noche... ¿Sabe donde están sus hijos?

Agregaría todas las horas, no solo de noche. 

2 comentarios:

  1. Esa tecnología nos está llenando de ficción. Amistades ficticias, afectividades ficticias, manejamos las máquinas bien pero no sabemos manejar los afectos, ni si son ciertos...Todos en cierto modo divulgamos noticias que, a veces, ni siquiera sabemos si son ciertas. ¿Terminaremos por recibir también una educación ficticia?
    Todas las herramientas aparecen como fuentes de progreso pero, los intereses de muchos, las convierten en banales y consiguen que olvidemos el fin para centrarnos en el medio. Los adultos a veces también nos sentimos perdidos en esa selva de las informaciones.

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    1. ¡Sin duda! Hay que hacer "dieta cibernética" periódicamente. Apagar aparatos y frecuentar a los que tenemos cerca. No dejarnos atrapar por estos aparatejos, tan útiles en su justa medida.
      Saludo.

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