Traductor :

miércoles, 26 de enero de 2011

Ser amables



No me refiero a la simple actitud afable y condescendiente, sino al verdadero ejercicio de amarnos, primero a nosotros, profundamente.  A la forma de vida, que permite limpiar nuestro ser interior, para ser capaces entonces, como los manantiales, de refrescar y  satisfacer la sed de amor a otros seres, cuando lo necesiten.

Pero, para que sea válido, ha de ser, con humildad: Compartir, dar, abrazar, abarcar, proteger, no por sentirnos más que otros, sino porque deseamos solidarizarnos con sus causas, con sus problemas, que sepan que podemos constituirnos en un auxiliar o puente más, para que encuentren el camino hacia la cobertura  plena de sus necesidades emocionales.

Ser amables…Sin fines egoístas, sin esperar la recompensa o la correspondencia; sino impulsados por el sentimiento más puro que existe: El amor verdadero. El que no señala, ni etiqueta. Siendo así, la fuerza nunca se agota. Mientras más amor damos, más amor sentimos. Más amor recibimos, de una manera natural. Nunca se agota la existencia de amor de nuestro  almacén, como si fuera una poda.

Aprender a serlo es tan necesario para todos, como una muestra de madurez, de grandeza de espíritu, hermanados hacia los demás. Sin que sean meros actos circunstanciales, sino como la más alta demostración de amor, voluntario, consentido, espontáneo. Así deja de ser un sacrificio.

Debemos trabajar con mucho ahínco todas las mujeres, solidarias entre nosotras, para criar a las nuevas generaciones de varones y mujeres, más sensibles, más completos, enseñarles a amarse, luego amar  y respetar a todo lo de su entorno, sin importar su sexo, en equidad. 
  
Es una verdadera bendición lograr ser amables, de ello se desprenden: La generosidad, empatía, comprensión, respeto y felicidad. Pero solo cuando lo somos completamente abiertos, entregados a los demás, sin segundas intenciones, sin rapacidades.

Recordemos que la vida es como un bumerang, todo lo que lanzamos al espacio, siempre regresa a nosotros con mayor fuerza. Sin buscar recibir, conságrate a dar y agradece a Dios que puedas hacerlo.

Ser amables: Dar y recibir amor. Más que amorosos,  capaces de dar y  preparados para recibir. La felicidad, nos llega en cuanto aprendemos a amarnos, sin centrarnos en el espejismo de la autocomplacencia; sino aplicarnos disciplina, restricciones, límites, cuando sean necesarios.
 
Con tal de ser mejores seres humanos, más justos y más plenos. Que valga la pena que los demás nos conozcan, porque les nutrimos su espíritu como ellos a nosotros.  Es fácil, es gratis, para eso fuimos creados.

2 comentarios:

  1. Aunque parezca imposible, tal vez todos alguna vez hemos dado con personas extraordinaria que, sin ser nosotros conscientes, han cambiado nuestra vida. En algunos casos traen a ella la ilusión y, desde entonces, vemos sentido a nuestra existencia. Pero al poco, la sociedad detecta a esos seres peligrosos y, como poco, se empeña en anularlos. Son un ejemplo que pone en peligro el status quo porque como decía hace siglos el Arcipreste de Hita: "No hay en el mundo mayor pecado que el de no seguir al abanderado."·

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Ea muy buena frase. Mosa tan fermosa non vi en la frontera como una vaquera de la finojosa. Fiaciendo ja vía del calatraveño. Ese poema me resultó fascinante desde siendo casi niña lo leí por primera vez.

      Borrar

¡Gracias por tu comentario y tu alegría!